domingo, 21 de septiembre de 2008

La conquista

No ha cesado la lluvia desde el atardecer de hace diez días. Es una lluvia persistente y ciega que ya ha anegado todo. Llueve de día y de noche: sin respirar, sin pausa, sin objetivo. Ellos se acuclillan impertérritos bajos las anchas hojas y se funden con el tiempo y el barro. Pueden pasar horas así, en silencio, con los ojos dormidos y el oído despierto. A veces se dicen algo y sonríen como una granada que se raja. Dura un segundo y ya retornan sus facciones de madera y mimbre.

No consigo dormir en estos días. El humor se me viene oxidando y se filtran unas gotas de miedo. Por la noche, tendido bajo esta techumbre que no detiene el agua, los siento: están ahí como la selva, en su duermevela salvaje e inhumano. Mi cuerpo yace pesado y doloroso: las articulaciones preñadas de agua, los huesos blandos, los músculos podridos. Y ellos respiran más fuerte que la lluvia, agachados e inmóviles. Puedo sentir sus ojos de cuchillo cortando las tinieblas a cada rato. Puedo sentirlos estirarse como un tigre para volver a encogerse como un murciélago. Y sé que no nos respetan. Hemos conseguido que nos teman, sí, con la magia de pólvora y caballos. Hemos clavado un dardo envenenado en sus conciencias sólidas. Caminan de otra forma ahora, conscientes de su sombra y de sus huellas. Pero es un miedo enraizado en el odio, un miedo de tarántulas.

Ayer, mientras comíamos, pude sentir la angustia de los nuestros. Cabizbajos, con las barbas empapadas sobre los cuencos de sopa turbia, se les nota temblar y no de frío. Sus ojos yerran esquivos y sus voces se quiebran huecas y gastadas. Hace dos meses llegamos fulgurantes y vivos. Hoy no somos más que un espectro frágil y enfermizo. Y nuestro miedo no está teñido de ira ni de odio, nuestro miedo es el miedo de un niño que está solo en una noche oscura. El miedo más terrible y más agudo. Veníamos a conquistar y fuimos conquistados. Nos han vencido su silencio pétreo y sus entrañas trenzadas con la jungla. Nos ha vencido que no sepan que existe el tiempo.

Quiero borrarlos de mí, dormir, respirar sin esta coraza lacerante. Quiero olvidar que ayer, al pasar esa mujer con los pechos descubiertos, me rozó el brazo y sonrió con algo anterior a la malicia. Mejor que admitamos que son superiores antes de perder el juicio. Mañana hemos de volver, regresar a donde todo es sencillo. Ojalá consigamos olvidar estos abismos.

Llueve.

Share/Bookmark

martes, 9 de septiembre de 2008

####.. GAME OVER... ..### #




El otro día me rebuscaba en los bolsillos y me di cuenta de que había perdido una moneda: una de estas monedas pequeñas que pasan desapercibidas. Una moneda cuya pérdida no levantaría sospechas. La has paseado durante años en un bolsillo sin prestarle ninguna atención. Pero sabías que estaba ahí. Entonces, un buen día, descuidadamente, merodeas con tu mano y te invade una cierta desazón. ¿No falta algo aquí? Sí, hombre, ¿qué es?... un relámpago de duda te abisma: empiezas a caer desde un escalón que no habías visto… Tu cerebro es una estampida de búfalos en una biblioteca. El pánico retuerce tus intestinos, te hace sudar, trepida punzante por tus venas hinchadas. Y tras unos segundos que han parecido años, un anciano encorvado aparece de detrás de una sombra. Lleva las manos calladas a la espalda. En su rostro hay regueros de historia de tu vida. Puedes ver tus fracasos en los pliegues pequeños de su boca. Puedes ver tus hazañas palpitando en sus sienes marchitas. Puedes ver tu futuro resonando en su ojo. ¿Su otro ojo? En la cuenca vacía llena de noche ves flotar una minúscula moneda. ¿Cómo podrías cogerla? Él percibe tu duda y se adelanta inmutable a tu pregunta. Su voz atruena en ti crispándote los nervios desgastados: “Sé que vienes buscando esta moneda. No pienses que la has perdido ahora. Hace años, cuando volvías a casa de la escuela, se deslizó al vacío sin tú saberlo. Sin tú saberlo, entonces, perdiste la capacidad de divertirte. Hoy vuelves aterrado a mí, desorbitado, y piensas que podrás recuperarla… ¿Cómo crees que podrás recuperarla? ¿No entiendes que has quedado yermo y roto? ¡Vete de aquí, desaparece! Sabe que esta moneda es ahora de otro niño, de alguien que no se ha hecho aún mayor”

Share/Bookmark