¿Ahora?
La puerta se ha cerrado con un buen ¡tompf!. Afuera estaban los grillos dándole leña al mono. ¿Pero, por qué sigue encendido el televisor? No veo a nadie, aunque, claro, mi posición no es la mejor para estar seguros. Vuelvo atrás y cuento hasta seis: uno, dos, tres, y todo el rollo. La verdad, es un técnica absurda con un número al azar, pero me la enseñó mi madre cuando chico y no se me ocurre otra cosa ahora mismo: tengo que ir ipso facto al baño y no estoy para inventar la pólvora. Parece que se hubieran dejado la tele y la luz encendidas; es tarde ya, nadie cambia de canal y no me creo que estén viendo las noticias a las dos de la mañana: “este fin de semana el precio del cogollo ibérico ha alcanzado un máximo histórico...” La verdad, el Conde de Montecristo no ha estado mal, sólo el vestuario un poco flojo, y que ha acabado a las mil...
Bueno, voy, a la de tres —otro número al azar, la mitad de bueno que el anterior—: una, dos, y ¡tres! ¡Joder, stop, que es para el otro lado! Con la poca luz que hay aquí y el sueño que tengo, he salido hacia la puerta. Un momento... me ha parecido ver una sombra cruzarme por encima. ¡Cagando-leches-para-adentro! Un,dos,un,dos,un,dos... Uf, se me han puesto los corazones a mil. Si es que me lo dicen siempre, que al final me voy a meter en un lío gordo; pero es que concentrarme no es lo mío, y menos en estas condiciones. ¡Me cago en la leche! ¿Qué es eso? ¡Han metido un palo aquí abajo y viene para acá! Pues me voy aunque sea hacia la puerta... a que no me pillas... Oh, oh, oh, Achtung, media vuelta, retirada, que sí, que me pilla, y como no es grande ¡A cubiertooo! A ver, tranquilizarse, escuchar, pensar, ¿cómo iba eso?
Eh... parece que se va el grandullón. ¡Ahora o nunca! Si corro un poco, llego al baño en un plisplás. ¿Qué es ese silbido? Oye, y... ¿a qué huele aquí? Hmmm, qué bien hueleee, es como a rosas, es como a paraíso, eso o que estoy borracho, pero ¿he bebido? ¿El baño era por allí? Se me vuelca todo, me voy a poner a bailar: ¡una patita! ¡eh! ¡otra patita! ¡ay! Qué cansancio... cuesta horrores esto, mejor me tumbo, sí, sólo un momentín, un descansito, así, ¡ay-qué-bien!, así, boca arriba. Qué bieeen... Ya mañana si eso... ¡Ay!
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