
Me he tendido —no al sol— una emboscada,
una tela —no seda— de araña traicionera.
He sembrado —no trigo— el germen putrefacto
de un pasarme —no la vida— respirando.
Me agoto en una —no idílica— pecera,
sufro en una —no esférica— burbuja
y me escorzo —no avanzo—...me desmembro.
Detrás —y no a mi espalda— se quema mi pasado,
aquí —y no donde me hallo— mi presente,
al frente —y no delante— mi futuro.
Viajo con precisión —no suiza— planetaria
en esta órbita —no celeste— elíptica
y me cruzo —no habito— planetas —que no átomos— nada inciertos.
