Camino por una calle comercial de Solihull, Birmingham. Sin poder explicar por qué, me fijo de manera consciente en los letreros que invaden los escaparates. En colores chillones y grandes letras (fáciles de leer incluso desde el otro lado de la calle): Buy two, get one for free; Buy one, get one half price (que es, en realidad, la misma cosa); Sale; Further reductions inside; Special offer; Sell now, pay later; 50% discount; Be in it to win it; Loose weight and gain pounds; Half price, autumn's sale; Want to make money from a second property?... Este bombardeo se mueve conforme yo avanzo. Si me quedara quieto (si es que es posible quedarse quieto todavía), se convertiría en francotiradores con armas de gran calibre.
¿Qué queda aquí del hombre? ¿No ha quedado reducido a un generador de consumo? La persona, ese ser humano que salió de entre las piernas separadas de una mujer, chorreando líquido amniótico caliente; ese ser humano que será poco más tarde posiblemente dado a un agujero en la tierra en una caja de madera que le verá descomponerse; la persona, decía, empleará su breve tránsito vital en intentar generar el dinero que le permita aprovechar esas ofertas que "necesita". Asimismo, dedicará su exiguo tiempo libre a disfrutar de su exiguo dinero restante y de la ínfima y marchita alegría que le proporcionan esas tan trabajadas adquisiciones.
Estoy en Birmingham en lo que se ha dado en llamar "viaje de negocios", que en realidad se reduce a gastar medio millar de euros en desplazar a uno de esos perecederos seres humanos para ayudar a eliminar un problema que entorpece el funcionamiento de la gran máquina del consumo.
Quizás todo esto ofrece un retrato -seguramente parcial- no del todo inválido de nuestra sociedad, del tejido del cual somos una maldita y miserable fibra. Lo que me aterra, lo que de verás me da miedo, no es el cuadro en sí que aquí he esbozado. Lo que me hiela el puñado de nervios que bajan por la espina es mi incapacidad para pensar en una alternativa, la ausencia dura y dolorosa de una utopía.
P.S. For the sake of completeness, I'll also mention that all this useless reflection exercise was originally written at the "Shades of Raj", Indian restaurant. While two pints of Cobra and a chicken tikka with fried egg rice were pushed into my anxious organism.
P.S.2. The warm towel at the end of the dinner made all of this and even myself, really pointless.
P.S.3. The aftereight, though, brought me back to reality.
¿Qué queda aquí del hombre? ¿No ha quedado reducido a un generador de consumo? La persona, ese ser humano que salió de entre las piernas separadas de una mujer, chorreando líquido amniótico caliente; ese ser humano que será poco más tarde posiblemente dado a un agujero en la tierra en una caja de madera que le verá descomponerse; la persona, decía, empleará su breve tránsito vital en intentar generar el dinero que le permita aprovechar esas ofertas que "necesita". Asimismo, dedicará su exiguo tiempo libre a disfrutar de su exiguo dinero restante y de la ínfima y marchita alegría que le proporcionan esas tan trabajadas adquisiciones.
Estoy en Birmingham en lo que se ha dado en llamar "viaje de negocios", que en realidad se reduce a gastar medio millar de euros en desplazar a uno de esos perecederos seres humanos para ayudar a eliminar un problema que entorpece el funcionamiento de la gran máquina del consumo.
Quizás todo esto ofrece un retrato -seguramente parcial- no del todo inválido de nuestra sociedad, del tejido del cual somos una maldita y miserable fibra. Lo que me aterra, lo que de verás me da miedo, no es el cuadro en sí que aquí he esbozado. Lo que me hiela el puñado de nervios que bajan por la espina es mi incapacidad para pensar en una alternativa, la ausencia dura y dolorosa de una utopía.
P.S. For the sake of completeness, I'll also mention that all this useless reflection exercise was originally written at the "Shades of Raj", Indian restaurant. While two pints of Cobra and a chicken tikka with fried egg rice were pushed into my anxious organism.
P.S.2. The warm towel at the end of the dinner made all of this and even myself, really pointless.
P.S.3. The aftereight, though, brought me back to reality.